13 dic 2017

Franco Confidencial

Decía Savater en alguno de sus libros, que el humor nos dispensa de la cotidiana obligación de mantener la coherencia de lo real. El humor, la sonrisa, la ironía, nos recuerdan nuestra natural condición, nuestras limitaciones y carencias, nuestra humanidad. Sin duda vivir en armonía con nuestra naturalidad exige una mínima habilidad o asunción de la realidad que nos dispense de la "cotidiana obligación de mantener la coherencia de lo real". ¿Qué democracia sería la de una sociedad incapaz de reirse de sí misma? El factor humano se antoja inevitable; se presenta siempre por sorpresa, pero acaso resulta s susceptible de encauzarse o anularse en sociedades subyugadas y reprimidas.
 
Adolf Hitler tenía un sólo testículo. Francisco Franco también. Si el primero padecía una tara congénita, el segundo perdió uno de ellos en su juventud, como consecuencia de un disparo recibido en el bajo vientre durante la guerra de África. Se nos escapa qué diría Freud del desafío de vivir con un sólo testículo para tipologías tan extremas o singulares como las de Hitler o Franco. En relación a éste último, otras íntimas peculiaridades analizadas por Pilar Eyre en Franco Confidencial (2013), nos permiten otra mirada, nada gratuita, respecto a la trayectoria del dictador. ¿Eros o Tánatos? El único orgasmo que Franco conoció no fue otro que el de la muerte y el poder.

 

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