22 feb 2018

El discurso de Manuel Azaña en Comillas el 20 de octubre de 1935 (1/3)

  Tras dos años de gobierno progresista, Alcalá Zamora disuelve Cortes. La recién nacida democracia española asiste a nuevas elecciones generales. Pese a que el sistema electoral premia las alianzas, todos lo saben, el PSOE, temiendo perder su notoriedad por la izquierda, insiste en romper la coalición con la burguesía republicana.

 Las izquierdas siguen liderando en número de votos pero, yendo por separado, caen en la irrelevancia parlamentaria. Como consecuencia, el centro-derecha (los radicales de Lerroux con el apoyo de la CEDA de Gil Robles) accede al gobierno en noviembre de 1933. Tras el bienio reformista, el denominado bienio negro no se traducisino en la expresa destrucción de todas las arduas conquistas legislativas realizadas desde abril de 1931 a octubre de 1933.

 Gil Robles, invitado de honor del partido nazi en su congreso celebrado en Nuremberg (septiembre de 1933), ha regresado eufórico de Alemania. La CEDA no esconde su vocación fascista o, si se quiere, su marcha hacia el Estado corporativo. Las intenciones del líder cedista, tanto en declaraciones realizadas para la prensa como en sede parlamentaria, son sobradamente conocidas. El célebre "accidentalismo" de la CEDA busca dinamitar la República desde dentro. "Apoyar", "colaborar" y finalmente "sustituir" a Lerroux son los tres estadios previstos. En octubre de 1934 la CEDA, que sigue sin reconocer a la República, pasa de sostener a los radicales a negarles su apoyo parlamentario si no acceden también al gobierno, objetivo que logran con sus primeros tres ministros. 

 La alarma se deja sentir. La negativa por parte de las izquierdas a reconocer un gobierno con cedistas no republicanos y la inminente huelga general, tan anunciada en caso de que ello ocurriese, busca forzar a Alcalá Zamora a una nueva convocatoria electoral. Ello no va a ocurrir. En las grandes ciudades se dan importantes huelgas y fuertes protestas, pero el ejército no se suma a un desafío que termina en estrepitoso fracaso. En Cataluña Companys busca apoyar al resto de izquierdas peninsulares y rompe relaciones con las "instituciones falseadas" proclamando el "Estado catalán dentro de la República Federal Española contra las fuerzas monarquizantes y fascistas (...) que han asaltado el poder". La represión en Asturias, donde sí triunfa la rebelión, es feroz

  Atajada la rebelión, hasta 30.000 opositores, líderes de partidos, sindicalistas o activistas son detenidos. Entre ellos, Azaña o Largo Caballero. Algunos como Prieto permanecerán en el exilio hasta 1936. Companys y su gabinete son condenados a 30 años de reclusión por rebelión militar. Las cárceles se llenan de presos políticos; regresan los modos monárquicos en permanente estado de alarma. A ojos de la reacción, la denominada Revolución de octubre ofrece una justificación ideal: se impone la más estricta censura, se cierran diarios, locales, se suspende el Estatuto catalán, se purgan ayuntamientos y tribunales... Se generaliza la represión y en el campo se desata la intimidación a gran escala. Las protestas siguen reprimiéndose a tiros.

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El discurso de Manuel Azaña en Comillas el 20 de octubre de 1935 (3/3)

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