1 nov 2017

La prensa y sus circunstancias

Derrotado finalmente por la enésima Gran Coalición, y confinado en Elba, Napoleón se fuga en una corbeta para desembarcar en el golfo Juan con el único apoyo de los granaderos que lo acompañan. Para entonces, las tropas realistas ya se han lanzado de nuevo en su busca jurando llevarle muerto a Paris. Por fin lo localizan cerca de Laffray. Ney da la orden de disparar pero ningún antiguo soldado del emperador quiere ser el primero en hacerlo. Napoleón se adelanta a su compañía y camina hasta colocarse a tiro de pistola de su antiguo ejército: “Soldados del 5º Regimiento, si algún hombre desea disparar sobre su emperador, aquí estoy. Vengo a exponerme a sus disparos”. Tras unos segundos de estupor, las gargantas del 5º de línea rompen un silencio jamás vivido antes: “¡Vive l’Empereur!”. El ejército, siempre de su parte, da media vuelta escoltado por una multitud de enardecidos campesinos armados con útiles de granja. La conversión militar es inmediata. La marcha hacia Versalles tiene ya como objetivo al Borbón, que emprende la huída.

Es entonces, durante las jornadas que tarda Napoleón en volver a entrar en Paris, cuando el diario Le Moniteur, nacido con la Revolución, y mudado al poder real, deja para la historia un jocoso e ilustrativo ejemplo de objetividad periodística. Día a día, los titulares de Le Moniteur van a resultar el mejor traductor de la vertiginosa conversión del poder: de “El ogro de Córcega ha desembarcado en el Golfo Juan”, “El monstruo ha dormido en Grenoble” y “El tirano ha atravesado Lyon”, las portadas de la misma redacción pasan a “Bonaparte avanza pero jamás entrará en Paris yNapoleón estará mañana ante nuestras murallas” para finalmente anunciar: “¡El emperador ha llegado a Fontainebleau!".

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